jueves, 26 de abril de 2012

Te maté....eso creo

El futuro no existe. Si imagino algo, si deseo algo, precisamente estoy perdiendo el tiempo en ello y si lucho para llegar a ese tiempo con la Marcela que quiero ser, estoy contradiciéndome, ya que lo que estoy luchando tiene sus repercusiones no en el futuro sino en el mismo presente.

Algunas veces cuando camino por la calle, acabando de haber hecho una diligencia y no teniendo otros compromisos, empiezo a caminar sin rumbo. Si anulo las preguntas que me haría en esos momentos (qué más tengo qué hacer?, a dónde me dirijo?) ya estaría haciendo cosas que nunca planeé, como entrar a una tienda, tomarme algo, entrar a ver peces, comprar algo en la tienda de ropa, ir a visitar de sorpresa a alguien, o impulsivamente llamar a algún amigo.

Lo más valioso de esos momentos es cuando esas acciones (aparentemente simples) que se llevaron a cabo sin decisiones, conllevan a un efecto que puede ser productivo para el Hoy. Creemos que las acciones del presente son tan solo pasos. Recordar: antes la Tierra "era" plana. 

El plan es válido, en tanto tenga que tener efectos inmediatos o luego de ciertas horas. El plan debe excluirse de la vida como tal. Quien piensa en el futuro está saliendo por la puerta principal y huye de los latidos del corazón.

martes, 17 de abril de 2012

Que me prohiban

Ya no me gusta ver ni oir por todo lado recriminaciones hacia los que prohiben.   No es original, y aparte, es desagradecido.

No imagino cómo habría sido esa mañana de algún mes y día de 1997 si en la cancha de boleivol, hubieramos llevado nuestras respectivas cervezas y cigarrillos en bolsas de la Olímpica en las manos, mientras que las profesoras, sonrientes, daban la órden de subirnos a la ruta rumbo a las afueras de Bogotá para la convivencia anual.  

Cuál habría sido el vértigo? o dónde se habría ubicado en algún rincón de nuestro emisferio, la emoción por estar dando un paso en falso pero igualmente fascinante?  No habríamos pensado en nada. No habríamos tenido el beneficio de subir a la ruta con el corazón galopando salvajemente y queriendo desistir sin poderlo hacer. Y peor aún, nunca habríamos sido verdaderos adolescentes.

Cuando veo películas sobre represiones sociales, me conmuevo al notar que las caricias prohibidas en los baños de los colegios de curas, con su posterior castigo, fueron, el motor original para luchar por aquello que se deseaba.  Gracias a las negativas y a los lavados de cerebro con moralismos peligrosos, esque las consciencias pudieron aflorar y despertar.  Adicional a esto, podría pensar también en ese vacío actual que existe al no tener una represión como las que habían antes, en las dictaduras latinoamericanas por ejemplo.

Qué decir de las épocas en las que la novia planeaba durante horas cómo iba a ser su escape de la casa para verse con su novio un par de horas, yendo descalza hacia el balcón, sudando, temiendo y sobre todo amando a ese jovencito en el que puso toda su fe.  Lo lograban.  Se veían.  Pero cuando sus papás se daban cuenta, pasaba, que si no eran correazos, era una cátedra que la ofendía y que tocaba las fibras de su corazón.  Luego de eso, era usual que escribiera en su diario el desgarro  y la piedra que podría sentir y de paso una carta para su novio, la cual enrrollaba en una piedra y la lanzaba a una hora acordada por la terraza.

Es verdad que muchos dirán que qué habrá quedado de todo eso sino dolor y frustración? Es cierto, no niego que es como si uno se hubiera quedado flotando en una canoa con la marea baja y sin ningún motivo para seguir avanzando luego de tantos años.  Podría decir en entonces, para defender mi idea, que esas heridas fueron la ratificación que algo había dentro de mi en lo cual insistir de manera inocente y temerosa.

Hoy no miro por la ventana a las 3 am pensando en que he durado casi 24 horas sin hablarle, ya que está el Facebook y podemos hablar así sea torpemente. Puedo al menos saber qué opina, qué hace virtualmente sin que se esté dirijiendo a mi. Pero antes, solo quedaba imaginar y desear y fumarse a los trece años una cajetilla entera de cigarrillos y ver películas en la "perubólica"e imaginar que así queria mi historia de amor con ese ser.  Hoy en día todo es un vómito, es decir, un revuelto de cosas, de bandejas de plata, de no dudas, de vértigos banales.

Hoy en día hay otra clase de mundo que fomenta los deseos, pero son deseos mareados y violentados . Ojalá hubiera alguien que prohibiera tantas cosas, para que no nos durmamos y así luchar como antes.

miércoles, 11 de abril de 2012

Como raro, tenía que llover

En momentos como estos, cuestiono más que nunca a los vampiristas, metaleros, emos, y niñas góticas (que se ufanan de gustarles las rosas negras),  ya que aman los días de lluvia porque sí, porque seguramente hace juego con su pelo largo y negro y sus chamarras negras que no las lavan desde que las compraron.  

A mi la lluvia no me combina con nada.  Ayer mientras que me trataba de dormir en la noche, la escuchaba y en vez de agradarme, me hacia dar susto porque confundía la caida de sus  gotas con voces.  Como yo tengo una fiel creencia a lo paranormal (y no uso chamarras, ni uso botas punteras, ni me la paso en chapinero) la lluvia me potencia el miedo y la jartera hacia la vida.  Sin embargo dado que siento miedo con muchas cosas el sol es la contraparte, el calmante, porque me hace cojerle amor al hecho de sentarme en una tienda horrible a escuchar Silvestre Dangond mientras que me tomo una pola, así ese man no me guste mucho. El sol hace magia, la lluvia hace desboronar mis caminos.

La gente que mencioné al principio es la gente que no siente temor en realidad por la lluvia y la oscuridad porque para ellos es tan solo es un eslogan para su apariencia y para comportarse en sociedad, por eso rechazan el sol, para no debilitar esa imágen.