viernes, 31 de agosto de 2012

Jugarretas y tortugas

Lo peor del odio, no es el hecho de sentirlo, sino no saber qué es lo que se odia, o más tonto aún: creer que se odia cuando tan solo es un chillido tierno de debilidad tener un objetivo o un blanco, así sepa de dónde viene.  Cuando siento esos "odios" diviso el momento en el que me di cuenta que ya no estaban las valijas. Si alguna vez veo algo que creo haya estado dentro de las valijas, lo voy a manchar sin antes haber buscado las valijas.

La tristeza....ah! si, ella...Yo he sido triste desde esa mañana de 1991, cuando me di cuenta que tenía puesto encima un distintivo y una carcasa para vivir en sociedad. Cuando escapé con una tortuga ninja en la mano para esconderme en el rodadero gris de cemento porque allá "donde era el recreo" estaban los machitos con sus juegos legítimos y las princesas avergonzadas porque sus cucos "se  vieron".

De ese odio y de esa tristeza han quedado miedos, por no saber quién seré al despertar al otro día. Por eso Marcela amenaza con irse lejos y con poner en el lugar de ella al feto de ese odio. Ese feto será será inútil, incapáz de mandar a todos a la mierda.  Será un feto con odio, pero con cara de ternura.  Un feto listo para caminar a ritmo de muchos, pero también listo para quemar su corazón de manera que la idea del " futuro" sea sólo un discurso para contentar a los seres que lo quieren...Ese feto sabe que el futuro es una consecuencia genuina de este presente que es un caldero en el que ese feto viviría confundido, y tostado por el sol que dice amarlo, pero que se va a las seis de la tarde y que casi siempre no regrasa al otro día, ni al siguiente.  Un feto que dada la magnitud de su miseria se inventará al otro día estar feliz para que Marcela regrese y se quede engañada y al cabo de unas horas, desilusionada de sí misma y de ese feto que sabe que al fin de cuentas es ella misma.  

Marcela es incapáz de poner en su lugar a alguien que amortigue pesos y que sea tan grande como la idea de vivir. En resumidas cuentas nunca he sido capáz de mandar todo al carajo, pero así mismo pretendo poner en mi lugar a un ser que tampoco será capáz. El odio impide que uno pueda escojer reemplazos racionalmente. El odio impide que uno lo pueda describir a el mismo. Uno puede sentir odio, pero no describirlo. El odio no sólo es ese deseo de destruir y de despreciar con crueldad, el odio es también la impotencia de no ver con claridad los lugares en donde la tristeza dejó cultivos de fragilidad.



miércoles, 1 de agosto de 2012

Saludos, maestra

A esta hora hay espíritus que se pasean por mi cuarto.... No creo que vengan desde dentro mío, más bien creo que justo en el momento que los veo, se interponen ante mi sonidos y visiones que sí vienen desde dentro mío y que hacen que no les escuche la voz y ni los pueda divisar tal como son.

Pienso en los testigos de estas horas. Yo estoy de pie en la ceremonia, pero no se cuántos más estén participando. Me duele la cabeza y trato de dormirme viendo la minúscula luz roja del interruptor. Enciendo la luz porque prefiero imaginar de esa manera a los maestros porque se que a diferencia de los espíritus, ellos sólo toman forma desde el miedo a la luz del interruptor.

Lo que más me desespera, es que a esta hora no hay respuestas. Dicen que se necesita de calma y silencio para encontrar respuestas, pero no es cierto.  ¿Cómo pueden haber respuestas en la hora que muchos tratan de terminar trabajos, o en la hora en la que el cerebro demanda actividad regenerativa?...Esta incertidumbre desemboca en la creación...Invento una respuesta porque mi cabeza es el único día hábil de esta madrugada en la que no debería estar gastando luz. Ellos están ahí y su maestro los hace esperar. ¿Qué les digo?..

Los espíritus cumplen con su deber o mejor dicho ven que la raíz dio un fruto...Saben que nadie sobrevive a la duda, al desespero y por eso inventamos. Así es, me consuelo inventando, sobrevalorando los mandatos del futuro a sabiendas que me he jactado de despreciarlo....Los maestros se irán a las 4:00 de la madrugada, pues el día es largo y hay que madrugar. Generalmente, cuando despierto con el ruido de la aspiradora, con los taladros de la obra vecina, no me percato de que el ritual de horas antes me hizo creer otra vez en ti o en tu idea...

Inconscientemente mientras duermo luego de que el sol se asoma, te estoy queriendo con risas y cansancio, con la rabia de la cotidianidad.   Enferma de imaginarte, enferma de tu idea, de no poderte ver, ya lo dije, por los sonidos y visiones. Me encantaría vivirte como lo que eres...pero tan solo puedes ser lo que tus dedos me hicieron creer que eras.