Lo peor del odio, no es el hecho de sentirlo, sino no saber qué es lo que se odia, o más tonto aún: creer que se odia cuando tan solo es un chillido tierno de debilidad tener un objetivo o un blanco, así sepa de dónde viene. Cuando siento esos "odios" diviso el momento en el que me di cuenta que ya no estaban las valijas. Si alguna vez veo algo que creo haya estado dentro de las valijas, lo voy a manchar sin antes haber buscado las valijas.
La tristeza....ah! si, ella...Yo he sido triste desde esa mañana de 1991, cuando me di cuenta que tenía puesto encima un distintivo y una carcasa para vivir en sociedad. Cuando escapé con una tortuga ninja en la mano para esconderme en el rodadero gris de cemento porque allá "donde era el recreo" estaban los machitos con sus juegos legítimos y las princesas avergonzadas porque sus cucos "se vieron".
La tristeza....ah! si, ella...Yo he sido triste desde esa mañana de 1991, cuando me di cuenta que tenía puesto encima un distintivo y una carcasa para vivir en sociedad. Cuando escapé con una tortuga ninja en la mano para esconderme en el rodadero gris de cemento porque allá "donde era el recreo" estaban los machitos con sus juegos legítimos y las princesas avergonzadas porque sus cucos "se vieron".
De ese odio y de esa tristeza han quedado miedos, por no saber quién seré al despertar al otro día. Por eso Marcela amenaza con irse lejos y con poner en el lugar de ella al feto de ese odio. Ese feto será será inútil, incapáz de mandar a todos a la mierda. Será un feto con odio, pero con cara de ternura. Un feto listo para caminar a ritmo de muchos, pero también listo para quemar su corazón de manera que la idea del " futuro" sea sólo un discurso para contentar a los seres que lo quieren...Ese feto sabe que el futuro es una consecuencia genuina de este presente que es un caldero en el que ese feto viviría confundido, y tostado por el sol que dice amarlo, pero que se va a las seis de la tarde y que casi siempre no regrasa al otro día, ni al siguiente. Un feto que dada la magnitud de su miseria se inventará al otro día estar feliz para que Marcela regrese y se quede engañada y al cabo de unas horas, desilusionada de sí misma y de ese feto que sabe que al fin de cuentas es ella misma.
Marcela es incapáz de poner en su lugar a alguien que amortigue pesos y que sea tan grande como la idea de vivir. En resumidas cuentas nunca he sido capáz de mandar todo al carajo, pero así mismo pretendo poner en mi lugar a un ser que tampoco será capáz. El odio impide que uno pueda escojer reemplazos racionalmente. El odio impide que uno lo pueda describir a el mismo. Uno puede sentir odio, pero no describirlo. El odio no sólo es ese deseo de destruir y de despreciar con crueldad, el odio es también la impotencia de no ver con claridad los lugares en donde la tristeza dejó cultivos de fragilidad.