domingo, 14 de agosto de 2011

Habitar las construcciones



Eso ha sucedido muchas veces. Quiero agarrar con las manos imágenes de espacios para que se queden justo como los percibo durante contados segundos. El pasado, el presente, y el futuro parecido al pasado. Todo eso con solo observar desde la reconstrucción de la memoria. 

La arquitectura cuando pasa de los planos a la edificación, requiere de una segunda construcción: la edificación de la experiencia. Recorro el pasillo angosto del D, ese frío, esa oscuridad, esos cuerpos que se ven al otro extremo, cuyos ademanes denotan gritos. Los pupitres viejos que  me remiten mayoritariamente a cuando no estaba sentada en ellos, ni dentro de los salones. Los pupitres tienen valor porque me escondí un par de veces en los baños para imaginarme a mi amigo entregándole el chocolate a la profesora de inglés. Los latidos de mi corazón construyeron el pasillo.

¿Cuándo una edificación se empieza a derrumbar?. Cuando la memoria pierde orientación en las calles y cuando nos olvidamos de la dirección así esa edificación físicamente ya no exista. Si la calle es modificada y si se borran de la memoria los números, estamos derrumbando anticipadamente la construcción total o sea, la experiencia. Por ejemplo, la Granja San José, un supermercado de frutas y verduras que había en el Chicó está deteriorado más no derrumbado. No existe desde hace muchos años, pero la recurrencia a la calle 90 o 92 arriba de la 11 donde se supone existió es lo que mantiene su edificación erigida. 

Una vez me imaginé en 1993, de ahí habilité posibilidades. El ascensor y todo alrededor era blanco y luminoso contrastado con la puerta que era un vidrio oscuro con manijas rectangulares y grandes y había una lámpara de caperuza y cuerpo de porcelana en forma de concha de mar, recepciones que parecieran ser un salón de juegos o de reuniones para adultos. Tiempo después mientras estaba en el carro pasé por el lado de un edificio cuya recepción era tal como la imaginé. Sin duda lo físico y la experiencia se manifestaron, una atracción.

Lo que continúa, lo que está ya ajeno a nuestra vista es una reproducción cultral. Tapetes o baldosas de mármol. "Allí sería una ejecutiva. En esta otra seria una curadora de arte y mi apartamento seria oscuro y serviría whiskey de una licorera rococó extravagante y la alfombra sería gruesa y blanca. Tendría varios familiares llamados Fernando, Ángela, María".

Luego reacciono abruptamente y lo segundo que diviso es una gasolinera Esso y mi mamá diciendo "hay que comprar el pan y la leche, paremos en Olímpica".  Se piensa que se agarra algo con las manos, porque quizá así es, solo que no se está acostumbrado a vivir la arquitectura como algo intermitente y relativo a nuestra experiencia. 

lunes, 8 de agosto de 2011

Yo se que se vuelve monótono, pero....

Hoy podría insistir sobre el miedo a la quietud y al bienestar. Algún día lo perderé y cuando lo pierda, dejaré de frecuentar la sección de licores de Carulla de la 116.  Ese día no prenderé el pc, tal vez tendría la mirada fija en mi hermano mayor, el abdomen contraido, la sensación de que existen pesadillas con un diseño perfecto y reventaré en llanto al darme cuenta que los buses pitan, el teléfono suena y el tiempo corre para todos los preparativos.  

No sabré qué edad tendré y tampoco sabré qué habré perdido.   Cada madrugada sonrio pero también me doy golpes y me lamento todo cuanto pueda. Recuerdo que muchas veces fui miserable y que nada ni nadie podía comprender aquel enorme vacío.  Aseguro que no puedo ofrecer a veces, soy tan hipócrita con el aire y las luces. Son como cuadros impresionistas; de lejos llaman mi atención y cuando decido acercarme a ellos y tener una experiencia, todo se vuelve abstracto, feo y desabrido. Todo se parte en mil pedazos de mierda y yo vuelvo a mi cofre y a mi mundo de las ideas. ¿Cómo se supone que se es feliz así?

Me da miedo perder eso porque en tanto lo pierda, perderé un polo a tierra, una representación de la Razón que siempre ha estado a mi lado. Hoy, cuando salí del baño me conmovió el ratificar que la frase de una de mis películas favoritas se aplica con ese ser que tanto amo 'Love means never having to say you´re sorry'. Ayy, tantos devenires sin tenerse uno que mover tanto. Yo cómo hago para explicarle a la gente y a mi, que lo que amo lo tengo metido en un cofre más profundo y seguro que en el que y estoy y por ello, nada se me nota hacia los mios. 

¿Cómo ha de funcionar esto, si hay tanto de lo que me tengo que ocupar y por ende me atenuo, hay ansiedad.  Yo no trabajo, no, pero me fatigo, qué se le hace?  Sin embargo me parece de gran dicha sentirme tranquila y apacible como ahora. Admiro a aquellos que logran ser felices, teniendo en cuenta que siempre serán seres tristes en escencia. Así me siento y vaya que si es bien interesante. Bueno, es incómodo en cierto modo y atosigante, pero este estado es casi perfecto. Me desnudé para que yo me viera, al fin y al cabo, mañana estará servido el almuerzo y nadie me aventará insultos.

A menos hasta el día que lo pierda..

Nada más que un instante de juerga y recital de nuestras aficiones (como siempre) para mandar a la miércoles este escrito.

domingo, 7 de agosto de 2011

Y hablando de la gula

Peter Foldès, año 1973.   Corto que unifica el ser con los deseos y los objetos. El tiempo transcurre pero esta inscrito en los vicios, en los deseos primarios. Hay pesadez y desproporción en las figuras, quizá son las ideas distorsionadas.