viernes, 10 de junio de 2011

Se parecen


No me gustan las manzanas cuando hacen digestión en mi organismo porque es un sin sabor igual a que se experiementa cuando alguien se va prometiendo que nos veamos la otra semana.

De los duraznos puedo hablar mejor, son dulces, de buena textura y en el paladar se queda la adicción a el. Un sabor igual al que se experimenta cuando se besan con delicadeza o agresividad las mejillas de aquellos ángeles escurridizos, esos que te dejan entrar a su cuerpo porque no hay otro remedio.

Las peras son ricas pero mentirosas, al final pareciera que se hubiera ingerido agua.  Son como el sexo en una noche con alguien que a duras penas se recuerda su nombre.  Deslizan sus dedos por las caderas de uno , hay un orgasmo rápido y el agua emerge cuando estamos en el taxi.  Agua, y un sin sabor  que da frío, el frío de la madrugada.
El coliflor como no sabe a nada y a los cinco segundos sabe medio a feo, es como estar y no estar en el mundo, en cuerpos equivocados y deseando estar en otro cuerpo y el sabor feo se acentúa cuando se es consciente de que ese cuerpo no te desea. El coliflor es la máxima expresión de la miseria.

Las hamburguesas de Mc Donalds son deliciosas, pequeñas y hacen daño en exceso.  Son como cuando escribo y me gusta tanto lo que escribo que luego no puedo caminar y hay debilidad en los huesos. Luego uno se pregunta por qué, si era tan bonito.  Piscinas de pelotas, deseos satifechos, colores, pepinillos, jalapeños, sol en la tarde, pero lo que disfrutamos es inherte, inexistente. La vida no nos quiere. Nuestro cerebro se aprovecha de nosotros.

El maní! comer maní es como viajar, sonreir, ser fuerte, no necesitar de nada ni de nadie. El maní sabe a soledad.  El maní se sostiene fácil y se come fácil. El maní dulce es como soñar que no se está aquí sino en donde uno quisiera así no exista ese lugar. El maní es como cambiar de sexo si se quiere.

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