Click para ver un video musical en vivo, desgastado por el tiempo…Los teclados junto con el bajo, transportaron mi alma a los rincones románticos de los setentas, despojados de todo brillo y nitidez de sonido. Otra preciosa balada que al parecer no había escuchado, y apareció ese joven cantante, que aun conservaba pelo abundante y castaño oscuro. Sus ojos cerrados fuertemente, parecían estremecer la pantalla de mi viejo amigo, y sus manos en guardia para recibir la retórica agonizante de sus versos. Al empezar a cantar, su cuerpo tembló, se sacudió y se materializaron sus palabras. Ya conocía la canción, pero en esta presentación se modifico un poco la introducción y algunas notas, que la tornaban lenta y discreta. Mis ojos no le quitaron la vista, y mis oídos se quejaban de felicidad o tristeza, yo que se. La melodía me secuestró. Finalizando la canción, se enfocó su cara en primer plano de perfil, una lágrima se escapó de sus ojos cerrados, mientras que pronunciaba el verso: ‘quiero aprender de memoria con mi boca tu cuerpo, muchacha de abril, y recorrer tus entrañas en busca del hijo que no ha de venir’.
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