Pues nada, acabo de comerme una goma de sandía a las 2:25 am, siendo perfectamente consciente que eso me desvelará más…pensando y pensando, en que los días son muy maternales, y las noches exquisitas si decido huir de casa a esperar el alba, con alcohol, música, compañía y escenarios dementes…Ahorita me siento en paz, ligera, enchonchada. Este fin de semana que pasó: Ver cómo le hacían el tatuaje, Expovinos, inscripción de materias…El otro fin de semana podría irme al carajo a recorrer el peligro de la ciudad, a descubrir, a soñar, a acariciar el mundo en sus partes del cuerpo. Es así, como me siento realmente viva, consciente, como si me pusieran unas gafas de un grosero aumento, pero no sin antes haber estado en un bar contaminando mi hígado con un par de cervezas, con la música que amo. Cuando recorro esas calles sucias y dolidas, comprendo que nadie esta cuerdo en esta vida, porque cuando recorro el parque de la 93 solo veo a misma locura pero invertida. El exceso, los placeres, las camionetas de vidrios oscuros y del otro lado, la pobreza, la escasez, la felicidad adaptada a la simpleza material..pero al fin y al cabo sumidos en su propia felicidad, ciegos ante el mundo del uno y del otro. Y se, que cuando despierten al otro día, estarán enguayabados, los unos por cerveza o vino barato, los otros, por el Martín o el whiskey. Vomitarán la misma porquería, olerán igual de mal, y cuando se les pase la resaca, los unos irán a trabajar duro como cosa de todos los días hasta de los domingos (bueno éstos no tendrán tiempo ni de esperar a que se les pase), y los otros se irán forzadamente a almorzar donde la abuela tipo 2 pm, a una casa campestre saliendo de Bogotá hacia el norte. Así amanece fin de semana tras fin de semana esta ciudad, sin contar de lunes a jueves. Así se despierta Bogotá, así huele Bogotá. Pensar que, en una sola noche de sábado miles de ilegalidades, secretos, explotaciones se llevaron a cabo en cada establecimiento, casa, calle…El dolor de la gente. El dolor del mendigo. El dolor de la vendedora de San Andresito. El dolor del empresario que finge sonrisas en La pesquera Jaramillo..Yo tengo que acariciarlos para descubrir la raíz del dolor de la humanidad. Ya tengo plan para este fin de semana.
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